miércoles, 30 de diciembre de 2009

O rey Lamborghini


Dice Cesc en Marca que él se lo pasa bomba en Navidad jugando al fútbol. Y no lo hace con los colegas en el patio de su casa de Barcelona, lo hace ante de decenas de miles de ingleses ávidos de diversión en vacaciones. Y añade que le gusta jugar en Navidad y que no por eso las celebra menos que los demás.



Dice Benzema que está muy bien eso de descansar en Navidad, ir a vivir estas entrañables fiestas con los suyos...


Qué carajo nos pasa. Aquí en este país confundimos las cosas muchas veces. El fútbol es un espectáculo y el objetivo de todo espectáculo es entretener a la masa, darle lo que pide. Cuidar al espectador. Para ello se necesitan protagonistas que lo sepan entretener. Y si un circo quiere los mejores payasos ha de pagarles mucha pasta, más que el de la competencia. Hay que cuidarlos, que se sientan cómodos para que puedan dedicar todas sus fuerzas a su trabajo.

Pero una cosa es cuidarlos y otra, fomentar los caprichos. Aquí, para que estén cómodos les damos vacaciones por decreto. Todos los años. Cuando Benzema dice sí a Florentino, que lo fue a convencer a su casita de Lyón, ya sabe que tiene libre la semana de Navidad y monta sus días en Isla Reunión con los colegas. Nos alquilamos un Lamborghini y un Porsche y flipamos, ¿que no?


En lugar de pensar que el fútbol es la pera, que es divertido, que te mantiene en forma, que te hace famoso, que la gente se enamora de tu figura, que te pagan una leña espectacular por todo eso y que, quizá por tal razón le debes algo al fútbol y a los futboleros... en vez de eso, llamas a la agencia de viajes para que te lo preparen todo, que son unas fechas muy señaladas...

Ése es el fútbol que tenemos, un fútbol que mueve miles de millones de euros pero no piensa en quien los paga. Un fútbol que te venden en Navidad para que lo regales empaquetado, porque los responsables (irresponsables) quieren más dinero, para gastárselo rápido... o para tapar agujeros, porque ya lo invirtieron a cuenta antes de ganarlo, hace unos años, para comprar otra estrellita que se iría de vacaciones en Navidad.


Ni los dirigentes de los clubes (a los que nadie pide responsabilidad de sus desmanes), ni las autoridades políticas (recordemos aquella Liga de 22 que fue la solución ideada por un Gobierno cobarde que no se atrevió a cumplir la ley y descender a Sevilla y Celta), ni los representantes (que mueven los contratos y a los contratados de un lado a otro), ni los jugadores (que se escudan en eso de que son jóvenes y ricos para comportarse como niñatos), ni los comités (que se van de puente cuando es fiesta en Madrid en lugar de servir a la competición que gobiernan), ni los colegiados (que han alcanzado la Primera División en medio del mamoneo del mundo arbitral y saben a quién no hay que molestar), nadie... 


Ni los periodistas, que hinchan globos y exageran declaraciones para vender periódicos y ganar audiencias. Nadie tiene interés en un fútbol serio, pensado para el espectador.



El que se vende como un fútbol de oro es uno metido en el cofrecito de un rey mago que fue el tipo más jeta que ha pasado por la Liga española. Así se explica que Romario fuera contratado por dos equipos españoles en su época y en ninguno inglés. Y que Cesc siga pasando las Navidades jugando al fútbol para el Arsenal.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Mejuto y Archundia, el fútbol y el vídeo

Me regaló Bermejo, subdirector de Deportes de EL MUNDO, hace unas semanas un DVD editado (al menos en Francia) por L'Équipe. En él te muestran la vida de los árbitros, desde dentro. Escogen a varios de los que fueron a la Eurocopa de 2008, la que ganó España, y, con un buen guión, te arman una historia muy sólida. Un buen documental. Almibarado, pero bueno.


Viene esto a cuento de que el árbitro que España mandó a aquella Eurocopa fue Manuel Enrique Mejuto González, que pita este sábado en el Bernabéu al Madrid contra el Zaragoza. En esa Euro llegó a echar a dos seleccionadores en el mismo partido,y a la vez. Lo felicitaron por ello. A Mejuto ya le va quedando poco en esto del arbitraje. De hecho, ha ido a un par de Eurocopas, pero se perdió el mundial de Alemania, por lesión creo recordar. En su primera Euro cometió la barbaridad de no ver un escupitajo furtivo de Totti a Poulsen en un Italia-Dinamarca. A Totti lo cazaron las cámaras, y le cayeron tres partidos de sanción. A Mejuto no lo cazó nadie, más que la mala suerte. Imposible verlo todo, y más imposible, lo que no es juego de fútbol. Además, nunca sabes cuándo va a entrar de oficio el comité de turno. Eso sí que es mala suerte.
¿Por qué sí castigan a Totti por el salivazo y no castigaron a Henry por su mano? O los dos, o ninguno. ¿Por qué se usa la cámara de TV para sancionar a Totti a partido pasado y no para la mano de Henry? O en ambos casos, o nunca. Lo justo es que las dos acciones se penen pues ambas son evidentes.


El fútbol es tramposo, como el ser humano, pero se puede paliar o fomentar. Por ahora, lo fomentamos. Es evidente que lo que cuenta es la victoria, por encima de todo. Porque la cosa se basa en una competición y por muy bonito que juegues, sin la emoción de los puntos, de la eliminatoria, esto no se lo tragaría nadie. La prueba está en que tiene más audiencia un Milwaukee-Oklahoma de la NBA (que juegan una castaña) que un partido de los Harlem GlobeTrotters (puro espectáculo).


Sin embargo, la emoción por la victoria que todo lo mueve no ha de corromper la manera de lograrla o, al menos, no se ha de fomentar que eso se haga. El árbitro defiende el partido. Ahí está su responsabilidad. Por eso ha de ser listo y aplicar el reglamento interpretánolo desde los 90 minutos que le tocan, ni más ni menos.


Pero los comités deben defender el juego, el mismo fútbol. Y han de hacerlo con criterios justos. Y justicia no es darle a todos lo mismo, sino a cada uno lo suyo. Así pues, sanción a Totti y también a Henry. sus acciones, las dos, son malos ejemplos para los que hoy ven fútbol y queremos que nos emocionen en el futuro practicándolo.


Hoy el Barça ha ganado el Mundial de clubes. Enhorabuena. Pero ha estado cerca de no lograrlo porque un árbitro, el mexicano Benito Archundia, había equivocado varias amarillas, había escamoteado un penalti... Al trencilla no se le adivinaban aviesas intenciones, no había desequilibrio de criterio para juzgar a uno u otro equipo, no había perdido las riendas del duelo... No, simplemente se equivocaba en momentos puntualmente decisivos. ¿Se puede admitir que un campeonato tan trascendente como el Mundial de clubes (o que se quiere que lo sea, ése es otro debate) se decida injustamente? Si no llega a aparecer el ángel de la guarda Pedrito en el minuto 88... Archundia habría podido pasar a la historia barcelonista en el mismo capítulo que Guruceta.

Archundia, Mejuto... ambos merecen ayudas, el fútbol merece que los árbitros puedan ser más justos. Se acaba de recuperar una figura del pleistoceno: el juez de gol. Ejerce en la Europa League y aún no ha servido para nada. En un caso como el de Henry quizá sí hubiese podido ayudar. Pero hay una solución mejor en aras de la justicia. Si quieres que un trencilla se equivoque menos, para ello, necesita sólo un vídeo. No dos tíos en chándal detrás de las porterías.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Roja la tarjeta, pero no la cara


El sábado 12 de diciembre en el Camp Nou, en el derbi Barça-Espanyol, Iturralde se inventó un penalti en el área de los periquitos. Imaginó que Baena le hacía algo a Xavi. ¿Agarrarlo, manosearlo, desearle una navidad desgraciada? No se sabe. Porque no le hizo nada. Pero la misma noche del espectáculo del inefable Iturralde descubrimos en el acta oficial del partido que el trencilla tuvo el cuajo de expulsar al pobre Baena en el vestuario...


Nos preguntábamos que con qué cara se iba uno al vestuario después de que un árbitro protagonista te hundiera el trabajo de toda una semana a cambio de unas portaditas para él... Pues ya lo sabemos. No es con cara de idiota, como conjeturábamos, es con la cara roja.

Roja por la rabia contenida. Roja por la sangre encendida. Roja por el dolor que causan en las encías los dientes apretados. Roja por las marcas que dejan las uñas clavadas en las palmas de las manos por los puños cerrados. Puños tensos, temblorosos, mientras tratas de pensar en algo que evite que acaben poniendo roja otra cara, porque hace falta ser muy cara para sacarle la roja a un chaval que está empezando en el fútbol de élite, que no hizo el penalti que tú le pitaste, penalti que significó la derrota ante el campeón, el líder, el mejor Barça de la historia, el equpo que empequeñece al tuyo...



Hace falta ser muy cara para expulsar a alguien en el vestuario por decirte "ya lo verás en la tele, ya lo verás en la tele". Y hace falta también tener la cara más dura que el pedernal para que no se te ponga roja no ya sólo por hacer eso, sino porque ¡es que luego lo has de reflejar en el acta! Un documento oficial y público, al alcance de todo el mundo. ¡Que te van a poner en tu sitio, Iturralde! ¿No te das cuenta de que contarle al Comité que echas a Baena por eso es aparecer como el empollón chivato y gafotas de los tebeos?

Claro, que Iturralde siempre ha sido un personaje de tebeo. Yo no creo que pite a favor del Barça, pita a favor de su protagonismo, de ver su cara en las portadas. Porque, aunque los medios lo pongamos en su sitio, a él nunca se le pone la cara roja.


(Y) Ojito, Xavi. Ante el Madrid, lo hizo Iniesta. El sábado, tú. Ni los jugadores del Madrid ni los del Barça deberían hacer esas cosas. Pero a vosotros, con la fama que tenéis, bien ganada por otra parte, de jugadores exquisitos y elegantes, os conviene menos que a ningún otro que se os vea tiraros de mala manera a la piscina. Muchos años para crear una imagen se pueden perder en dos tonterías. Ambos lleváis una. Cuidado.

domingo, 13 de diciembre de 2009

El protagonista y el árbitro

Publicado en EL MUNDO el 13 de diciembre de 2009


A ver con qué ánimo entras en el túnel al descanso cuando le has aguantado el 0-0 treinta y tantos minutos al Barça y viene un árbitro protagonista y se inventa un penalti. A ver con qué cara recibes a tus chicos en el vestuario y les dices que sigan así, que no importa que un árbitro protagonista les haya hundido todo el trabajo de la semana. A ver con qué palabras le explicas a los aficionados del club pequeño de la ciudad que el grande, el del triplete, ha necesitado que un árbitro protagonista les regale lo que no lograban por sus propios méritos.


Iturralde se convierte en el árbitro que más penaltis ha pitado en la historia de PrimeraIturralde nunca ha sabido aguantarse, y cuando lleva un rato corriendo la diagonal sin que pase nada que desvíe los focos hacia él , le resulta irremediable soplar el pito a la primera oportunidad de demostrar que es un pedazo de árbitro, que es capaz de ver lo que nadie más vería. Ayer, lo que se inventó fue que Baena tiraba a Xavi dentro del área. Silbó, señaló los 11 metros y los jugadores del Espanyol sólo pudieron mirarse unos a otros con cara de idiotas. La misma cara con la que entraron al túnel, la misma con la que Pochettino les habló en la caseta, la misma con que se quedaron los aficionados.



Así, el trencilla vizcaíno, en Primera desde 1995 e internacional desde hace 11 años, alcanza un dudoso récord: es el que más penas máximas ha pitado en la Liga, 95 con la de ayer, 55 para los locales, 40 para los visitantes.


Pero hay otra manera de arbitrar. Teixeira lo demostró dos horas después en Mestalla. El duelo entre el Valencia y el Madrid fue infinitamente más difícil que el del Camp Nou. El cántabro no es que acertara en todo lo que señaló. Al contrario, tuvo varias decisiones erróneas, y algunas perjudicaron claramente al equipo de casa, el Valencia. Por ejemplo, un fuera de juego a Mata en el minuto 30 que no era y lo dejaba solo ante Casillas


Pero Teixeira no busca las portadas, dirige el partido. Y ayer, no sólo eso. También tuvo que sujetarlo, porque en más de una ocasión, la agresividad de los jugadores valencianistas se tornó en violencia y él tuvo que optar entre seguir el reglamento o tratar de que el duelo no se le fuera de las manos. Así ocurrió en el minuto 35, cuando Mathieu entró por detrás a Benzema con las dos planchas por delante.

Esa sería una jugada para los cursos de árbitro. En la lección de Faltas e Incorrecciones se podría mostrar para explicar lo que es una roja directa de libro. Pero en esos cursillos se utiliza como una Biblia el Reglamento de fútbol comentado, de Pedro Escartín (futbolista, entrenador, seleccionador, colegiado...). En sus páginas se enseña a ser laxo en la aplicación de la norma, porque el objetivo es sacar el partido adelante; se conmina al árbitro a pasar inadvertido, porque el protagonista es el jugador


Pero Iturralde no sabe lo que es eso. El año pasado se le vio en la tele, con Rafa (no me jodas), su ex linier, lamentando entre vinos y risas que la gente no sabe de fútbol, que los futbolistas no conocen las reglas... De Teixeira sólo hemos hallado una entrevista en la que celebraba su reciente internacionalidad y canta las glorias de su profesión y del deporte. Pues eso.


periodistaycolegiado@elmundo.es

jueves, 3 de diciembre de 2009

Apuestas fraudulentas y defraudadores del fútbol

¿Y si juntamos apuestas fraudulentas y fútbol?
¿Y si juntamos fútbol y tramposos?



¿Y si Henry ganó con la mano no porque Platini sea francés, o no sólo por eso?
¿Y si lo que ocurre es que el 0-1 al final de los 90 minutos y el 1-1 tras la prórroga se pagaba muy bien en las casas de apuestas?

¿Y si pasa que el enorme peso de una Francia en el mundial atrae más apostantes por el mundo que la católica y pobre Irlanda?

¿Y si es que el negocio no sólo rodea el fútbol, sino que lo acorrala, y que los negociantes, como buitres, engullen los despojos de un cadáver ya fosilizado?





Porque sólo un espectáculo fosilizado prefiere el triunfo de las trampas en aras de la polémica y de las portadas que luego lo critiquen en lugar de utilizar las tecnologías que lo hagan más perfecto como negocio. Más previsible.

Mientras partidos como el Francia-Irlanda no se puedan repetir, mientras trampas como la de Henry sean inamovibles porque la FIFA así lo dice sin encomendarse a nadie... mientras eso siga siendo así, las apuestas fraudulentas tienen el terreno abonado.

Al tiempo. 

martes, 1 de diciembre de 2009

El mejor árbitro quería irse de ahí


Publicado en EL MUNDO el 29 de noviembre de 2009


Resopló nada más pitar el final. Lo hizo seis segundos antes de cumplirse el tiempo que él mismo había añadido.Undiano quería irse de ahí. No porque hubiese sido un partido con problemas para él, pero sí porque había sidoun duelo de muchísima intensidad. Infinita. El trencilla se enfrentaba al primer Barça-Madrid verdaderamente igualado de los últimos años. Y se dejó el alma en el silbato.

 [foto de la noticia]

El navarro es uno de los mejores árbitros de este país. Si no el mejor. Uno se pregunta, viendo a sus compañeros, tan desquiciados siempre, qué clase de padrino tiene este hombre honesto para haber llegado adonde lo ha hecho. Quizá su cruz sea cargar con su asistente habitual, el casi siempre difícil de interpretar Fermín (el del banderín). El domingo, curiosamente, Fermín lo hizo todo bien. Y eso que cubrió en la primera parte la banda de Alves, un jugador canalla que equivoca la dirección de su agresividad. Prefiere sacar ventaja eliminando al contrario con un disimulo tramposo que con uno de sus magníficos regates en carrera. Los árbitros y los aficionados le tienen tomada la matrícula, y él se encarga de confirmar siempre por qué. En el clásico no fue una excepeción. Se pasó todo el duelo retando al enemigo equivocado. En lugar de retar al fútbol de su rival, lo hacía al equipo arbitral.

Alves

Tuvo dos errores el colegiado, pero escondidos en una actuación inteligente. No amonestó a Messi por una mano descarada en el minuto 20. Sí pitó la infracción, pero debería haber sacado la amarilla al argentino porque el reglamento dice muy clarito que si tratas de sacar ventaja de jugar el balón con las manos, es libre directo y amonestación. No hay discusión.

Pero Undiano  quiso parar, templar y mandar. Mientras lograba hacerse con el partido, un duelo imparable, se vio obligado a amonestar a Albiol  pasada la media hora por cortar un avance del Barça con la mano. ¿Y la tarjeta de Messi? Olvidada. Primera injusticia.

[foto de la noticia]

¿Cómo había preparado el clásico el juez que lo iba a dirigir? La tensión, la rivalidad, el liderato en juego, las ‘dos españas’ que algunos se empeñan en proyectar sobre el césped… Pero, en realidad, a los jugadores que lo iban a protagonizar el trencilla los conoce de memoria. Sin ir más lejos, Undiano dirigió el 2-6 del Bernabéu el año pasado. Pero aun con toda su experiencia y temple, el domingo acabó ahogado.Cuando pudo escapársele el duelo fue listo y, antes de que eso ocurriera, amonestó a Arbeloa inteligentemente. Atacaba el Barça, el público estaba encendido, los blancos no llevaban una sola tarjeta y el leve agarrón era una buena excusa para mantener el control del partido.

La segunda ocasión en que el árbitro no fue justo fue con la expulsión de Busquets. No por haberlo echado, sino por hacerlo 20 minutos tarde. Al acabar la primera parte, una zancadilla del mediocentro culé cortó un contraataque blanco. Debió ser amonestado y, por consiguiente, expulsado. Era la segunda tarjeta. Pero el árbitro no quiso saber nada, jugaba a favor de corriente en el Camp Nou.

Busquets

Sí lo mandó al vestuario en el 17 de la segunda mitad por una mano, similar a la anterior de Albiol. AhíUndiano no pudo evitar la roja. Habría que preguntarle a Busquets en qué estaba pensando para obligar al trencilla a expulsarlo.
Lo mismo podríamos decir de Lass. ¿A qué vino lo que hizo? ¿Era necesario quitarle la ventaja numérica a su equipo? Es cierto que fue en el minuto 89. Pero la patada a Xavi en la cara del árbitro era pedirle la ducha.

Piqué y Cristiano

Y hubo un tercer errorEl penalti a CristianoLo fue, pero poquito. ¿En el Camp Nou? Muy difícil de pitar. Con razón resoplaba Undiano al final. Quería marcharse ya.

Lass e Iniesta

PD: Iniesta se mete en problemas al tirarse dos veces al apiscina y al encarse con los rivales. Algo que nunca había hecho. Que tenga cuidado no vaya a perder su buena fama.