miércoles, 27 de enero de 2010

Documentando el desastre

Decíamos el otro día que el acta de Pérez Lasa estaba mal redactada. Resulta curioso que investigando antecedentes de esta temporada en casos similares la conclusión haya sido ésta. Por culpa del colegiado, Flórez y sus compañeros del Comité de Competición se vieron obligados a hilar muy fino ayer para redactar su resolución sobre la sanción a Cristiano


Para empezar, convengamos en que es evidentemente más grave un puñetazo sin balón en juego que un manotazo en la disputa del mismo. Parece evidente.


Comparábamos resoluciones y actas de este caso y el del malaguista Weligton, del pasado 24 de noviembre. Aquel día, el brasileño le pegó un puñetazo a Goni, del Zaragoza antes de que se sacara un córner. Rubinos Pérez redactó en su acta: "expulsado por el siguiente motivo: dar un puñetazo en la cara a un adversario estando el juego detendido". Sin embargo, el Comité de Competición argumentó que: "pese a la literalidad del acta [...], descartar la agresión contemplada como sanción en el artículo 98 del Código Disciplinario de la RFEF, encontrándose su más adecuada tipificación dentro del artículo 123". Y ¿qué dice el artículo 123? "Producirse de manera violenta con ocasión del juego o como consecuencia directa de algún lance del mismo, siempre que la acción origine riesgo..."


Es decir, el balón no está en juego, pero el Comité dice que la acción objeto de sanción es un lance del mismo y sanciona con un partido.


Sin embargo, en el caso del madridista, Pérez Lasa redacta "expulsado por el siguiente motivo: golpear con el brazo en la cara a un jugador contrario provocándole una hemorragia nasal, teniendo que ser sustituido". Como el colegiado no entra en las circunstancias de la jugada, obligación que incumple como fedatario de lo que ocurre en el campo, el Comité no aplica este artículo 123, muy ajustado a lo ocurrido, y rebusca en su Código Discipliniario logrando hallar otro que encaja, para su descanso. El 115, que dice: "Emplear juego peligroso causando daño que merme  las facultades del ofendido". 


¿Balón en juego, detenido, disputable? No se dice nada. Perfecto para Flórez y los suyos. Y sancionan con dos encuentros.


¿Está bien expulsado Ronaldo? Seguramente sí. ¿Lo estuvo Weligton? Evidentemente, también. El problema llega después, con la falta de profesionalidad de un árbitro, que se sintió culpable y se echó atrás, y de un Comité de Competición más pendiente de la repercusión mediática de sus resoluciones que de ser justo.


(Y) Por cierto, pese a que el propio Comité se salta "la literalidad del acta" en el caso Weligton, ayer rechazó la alegación del Madrid de que Messi hizo lo mismo que Cristiano en un partido ante el Sevilla el 17 de enero, porque "el colegiado en aquella ocasión no recogió en el acta ningún hecho que pudiera provocar una resolución fundada de este Comité". Ridículo el Madrid y de psiquiatra el Comité.


periodistaycolegiado@elmundo.es

lunes, 25 de enero de 2010

La cara y la cruz de Pérez Lasa

Publicado en EL MUNDO el 25 de enero de 2010

Se tomó unos segundos antes de decidir si era expulsión. Se acercó a Mtiliga y vio la sangre brotar de su nariz. Seguro que Pérez Lasa revisó la jugada en su mente y dio a su vídeo adelante y atrás varias veces, mientras era acosado por los indignados jugadores del Málaga. Y el trencilla optó por la roja. Decisión lógica, nadie podría decir nada en contra


Corría el minuto 70, así que el árbitro tuvo tiempo para darle más vueltas al asunto: «El defensa lo agarraba, yo daba ley de la ventaja, Cristiano trataba de seguir, ¿braceaba para liberarse o agredió?»... muchas dudas. Además, el gesto sorprendido del jugador al ver la tarjeta roja, el Bernabéu abroncando... 


Dos caras de dos monedas. La de Ronaldo, otra vez incontenible para lo bueno y lo malo. Y la de Pérez Lasa, ayer, porque se echó atrás. Habrá opiniones, pero sólo un dato objetivo: en el acta oficial no puso «agresión» ni «juego brusco grave», como dicta el reglamento. Así que, ¿por qué la expulsión? No se entiende.


(Y) Alguno acusará a CR9 de ser reincidente. No lo es. Ni ayer ni el 5 de diciembre ante el Almería –Estrada Fernández lo echó por doble amarilla– el acta reflejó agresión alguna.


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martes, 19 de enero de 2010

Nunca es mucho tiempo

Dice la FIFA que no sanciona a Henry por su doble manotazo al balón porque "no hay base jurídica" para ello. Lo dice justo dos meses después de que la estrella de la selección francesa palmeara un par de veces el esférico en la prórroga del encuentro de vuelta de su repesca para el Mundial de Sudáfrica 2010. Irlanda, tras una eliminatoria muy igualada, vencía 0-1 en el Stade de France de Saint Dennis, cerca de París. Corría el minuto 103 del duelo y la pelota se escapaba por la línea de fondo. Henry lo evitó con un doble toque de balón prohibido hasta en voleibol, luego se la pasó a Gallas y éste marcó el tanto del empate que clasificaba a Francia para la fase final.

Todos contentos. Menos los irlandeses.

Pero los irlandeses no le interesaban al prestidigitador Blatter, que tapó el asunto como pudo, se hizo el sueco pese a tener su residencia en Suiza y, al cabo de unos días, encargó a su Comisión de Disciplina que mirara a ver si lo de Henry merecía sanción. Ya hemos visto que no.

Tampoco importa mucho el retraso, pues según el artículo 42 de su Reglamento de Disciplina una conducta incorrecta no prescribe hasta pasados cinco años. Aún podrían haber esperado a que se retirara el francés. Eso quizá hubiese sido menos vergonzoso. Nos habríamos ahorrado que toda una isla se desayune hoy con los periódicos explicando cómo los encorbatados de la FIFA se mofan del fútbol de la vieja y católica Irlanda.

Pero claro, quién es Irlanda, cuánto atrae, cuánto vende, cuántos espectadores llevaría a Sudáfrica, cuánta audiencia televisiva arrastra, cuántos mundiales y eurocopas ha ganado. Cuánto nos importa. A mí, no más que cualquier otro equipo. Pero el fútbol, ah, eso es otra cosa. El fútbol, dirigido por estos mangarrianes, me hace daño.

Esta mañana Gozalo se partía de la risa en su programa de Radio Marca con Álvaro Benito cuando hacían referencia a esta patochada del Comité de Disciplina de la FIFA, y la equiparaban a la decisión de la Universidad de Sevilla, que ayer reconoció el derecho a los estudiantes a copiar en sus exámenes. "Adónde vamos a llegar", decía el maestro. Se refería a lo de Sevilla, pero yo creo que también a lo del fútbol.

Lo que pasa es que como esto es un juego, nos lo tomamos todos a chufla en el día a día. Aunque cosas así lo vayan enfermando, ninguno nos creemos que de esta dolencia vaya a morir.Pero poderosos imperios han caído con esa actitud, dejándose pudrir en manos de corruptos aprovechados.

En el artículo 61 de los citados estatutos hay un buen ejemplo de la burla en que se convierten al calor de los intereses. Dice ese apartado que si se falsifican documentos para que alguien pueda participar en una competición sin ser elegible para la misma, la sanción aplicable será de inhabilitación para toda actividad relacionada con el fútbol de al menos un año y una multa no menor a 5.000 francos suizos. Pues bien, a principios de curso, en el mundial sub17 se tuvo que mandar para casa a decenas de jugadores del África negra porque tenían más años que su propio padre. ¿Sanciones? Ni una.

A Henry lo podrían haber castigado si querían, como hizo la UEFA con Raúl, que metió un gol con la mano ante el Leeds en la Champions de 2001. A la estrella madridista le cayó un partido de sanción. Claro que ahí el perjudicado era un histórico club inglés, cuya prensa hace mucho más ruido que la irlandesa... Y además, Inglaterra forma parte de la International Board. Irlanda no.

Su propio artículo 76 faculta a la dichosa Comisión a emitir una sentencia contra el barcelonista, pues éste reza que es competente "para sancionar todas las faltas previstas en los reglamentos de la FIFA que no haya conocido ninguna otra autoridad". Y de todos es sabido que el árbitro ni conoció aquellas manos ni quiso hacerlo. El artículo 77, al que se remiten para dejar a Henry libre, es interpretable y también autoriza a poner al francés a la sombra, pero no les ha parecido oportuno.

Ellos verán. Pero aquí, a propósito de las investigaciones por amaño de partidos (de las que no se ha vuelto a saber nada, curiosamente, desde hace mes y medio), nos hemos preguntado qué pasaría si alguna mano negra quiso que fuera Francia y no Irlanda la que se clasificara para el mundial... al precio que fuese. Dice el mismo texto al que la FIFA se remite para liberar a Henry, en su artículo 42.3, que el cochecho no prescribe nunca.

Nunca es mucho tiempo y quizá algún día nos enteremos. En este caso o en otro similar.

periodistaycolegiado@elmundo.es

viernes, 15 de enero de 2010

La buena ventura de unos pocos

Menuda jornada desastrosa de Copa del Rey. Se han ido de rositas los árbitros, en parte por la suerte de que los equipos más perjudicados por sus decisiones equivocadas han sido los que han pasado de ronda, en parte porque cuando esto no ha pasado, ha sido con clubes de ésos que no tienen un medio poderoso detrás haciendo campaña.

El martes le ocurrió esto al Villarreal con Fernández Borbalán. El andaluz no dio una en las dos ocasiones en que fue exigido. Un árbitro debe saber llevar un partido por el buen camino (cosa que más o menos sí hizo) pero también debe saber acertar cuando su decisión marca un duelo. Y más en el partido de vuelta de una eliminatoria, cuando saber qué ha ocurrido en una jugada es principal. Este colegiado olvidó un claro penalti de Diego López mediada la segunda mitad y, en el descuento, se inventó otro a favor del Celta. No había más que ver la cara de Botelho tirado en el césped del área amarilla. De la risa que le había entrado casi no era capaz de levantarse. Ángel casi ni lo tocó y además el contacto, de existir, fue fuera del área.

Inventarse una pena máxima en el tiempo añadido de un partido así es gravísimo. Borbalán cambió el resultado de la eliminatoria. Era el minuto 94 y el Villarreal pasaba de cuartofinalista de Copa a eliminado.

Pero una gitana le debió de regalar al trencilla una ramita de romero que lo salvó. Y no porque el sacrificado tenga la leve trascendencia mediática de los equipos pequeños. No por eso, no. Porque en realidad es un grande. Un club cuyo entrenador sufre ese expolio y dice en la rueda de prensa posterior que no le importa si el penalti es o no, que lo determinante es que está eliminado; una sociedad cuyos dirigentes no aprovechan para hacer victimismo en ese momento alimentando una campaña a cuenta de su martirio arbitral (aún no han tirado un penalti en lo que va de temporada y sí le han señalado bastantes en contra), un equipo así es un grande. Y además, el Villarreal no tiene un medio poderoso detrás fabricando 12 páginas diarias que hay que alimentar de cualquier polémica más o menos artificial.

De Bernardino González Vázquez no suele esperarse nunca un gran partido. Es un árbitro que necesita tener la fortuna de que el partido sea fácil para no ser protagonista de algún lío. Esa misma fortuna tuvo el Racing. La tuvo con que el Alcorcón le pasó por encima pero no se reflejó en el marcador. Y la tuvo porque esa superioridad no se vio en el luminoso gracias a un colegiado equivocado por su linier. El gallego anuló un gol al Alcorcón que hubiese puesto la eliminatoria a falta de un tanto cuando aún quedaba tiempo por delante para que el partido cambiara. Viendo las imágenes uno se pregunta qué fútbol estaba viendo el asistente. No está en línea en la jugada y levanta la bandera demasiado tarde como para sospechar que lo hace porque había visto fuera de juego. Si lo hubiera visto, habría sido el único en el estadio: no había situación antirreglamentaria. Y levantando tan tarde, cualquiera que se haya dedicado a esto sabe que lo más normal es que la lo hiciera de oído. Era un Segunda B, el Alcorcón, un club majete que ya había sido protagonista eliminando al Madrid, qué van a decir. Y en casa de un Primera, el Racing. Era facilísimo anular ese gol.

Otro que se salvó por la buena ventura fue Clos Gómez. Madre mía qué mal trabajo hizo en el Pizjuán. De inicio, por culpa de su asistente, que le indicó que pitara un fuera de juego de Navas donde no lo había. Y jugada de gol anulada. Luego, inventándose un soplido de Negredo sobre la nuca de Pinto antes de que el vallecano marcara para adelantar al Sevilla. Y cuando acertó pasando por alto una mano involuntaria de Xavi en el control que le sirvió para hacer el gol de la victoria culé, cambió de criterio en los mintos finales y un golpe fortuito del balón en el brazo de Piqué exactamente igual le pareció digno de sanción y amonestación (!).

Al final del duelo llegó lo más grave, Clos perdonó una roja de libro a Henry cuando, humillado por el poco fútbol que está ofreciendo este curso y viendo cerca la eliminación, pateó malamente por detrás a Capel. El colegiado aragonés fue un desastre, pero el Sevilla se clasificó y nadie se acordará. Una pena que en este fútbol español se midan las cosas según la bronca que se monta al día siguiente en los medios. La Fortuna visitó a estos árbitros errados. Mala suerte para los futboleros.

martes, 12 de enero de 2010

Sali, al otro lado

Ya lo sabía Sali. Cada semana me miraba de medio lado y me decía "chaval, ojito...". Yo recogía el nombramiento y resoplaba. Su risa socarrona al otro lado de la ventanilla me hacía levantar la mirada del papel y, chulesco como corresponde a un chaval de la edad que contaba por entonces, le apuntaba con la barbilla y le espetaba: "Qué". Sin preguntar, sino provocando. Y él entraba al trapo. Siempre. "Pues eso, que no la líes".

Sali sabía por qué lo decía. Desde su otro lado de la ventanilla se pasó años dándonos a todos nuestro nombramiento, la octavilla donde aparecía nuestro nombre, nuestro código, el encuentro para el que estábamos designados, el campo donde se celebraba el choque y el dinerito (desglosado por conceptos) que nos iba a corresponder.

Decía que Sali lo sabía. Él sabía aquello porque nos conocía a todos. Decenas, cientos de árbitros de todo pelaje pasábamos por su ventanilla cada jueves (algunos incluso lo dejábamos muchas veces hasta los viernes, porque nunca hemos dejado de ser un desastre). Él mantenía una breve conversación con cada uno. Siempre pensé que nos conocía bien, a su manera, desde su silla, rollizo como era, fumador empedernido, barbudo, grandote, siempre pensé que trataba a cada uno como cada uno pedía. Yo era un adolescente cuando lo conocí; no era casi ni un joven cuando se fue.


Lo que sabía Sali es que este oficio es muy difícil, que con esa papela nos daba un pasaje seguro al sufrimiento, al frío polar, a la lluvia helada, al barro, a los gritos, la incomprensión, al árbitro comprao pito regalao, al maldito cucaracho y a otras cosas peores. Él sabía que, a nuestra medida, éramos un poquito héores. Aunque muy poquito, ¿eh?

Porque Sali y cada colegiado que le decía ese jueves (o viernes) buenas tardes, por favor, me das mi nombramiento, sabíamos que los héroes verdaderos son los que esa semana, como todas, habían sacado dos horas un par de días tras el trabajo o después de estudiar para ir a entrenar con su equipo de Regional, para darle rienda suelta a su fútbol aficionado y tosco a veces. Los héroes son siempre los futbolistas, los profesionales o los amateurs. Los de 12 añitos y los que con casi 40 y algún diente mellado tienen más oficio que fútbol y más malicia con el árbitro que toque de balón.

También sabía Sali que todo el que se acercaba a su ventanilla era un futbolista frustrado. Un aficionado verdadero a este juego. Un tío tan futbolero que había asumido que no era lo suyo eso de darle patadas al balón. Nada más que eso, pero tan hincha del 105x70 como para dedicar las mañanas de los domingos y de algunos sábados a dirigir los partidos de unos desconocidos en un campo recóndito, llegando hora y media antes del duelo, durmiendo poco o renunciando a una noche de copas con los amigos.

Gente que amaba, que ama... que amamos tanto este deporte como para saber que después de correr la diagonal hora y media quedará meter las manos en el radiador 10 minutos más antes de poder ponerse a escribir el acta y que eso no importe demasiado. Futboleros de verdad que vestidos de negro y con un silbato en la mano aprendimos lo que Sali sabía de hacía años, que el fútbol es precioso, que hay que cuidarlo, y que, señores futbolistas, con un poco de colaboración, nosotros los colegiados estamos para servirles.


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(Y) ...curioso. Cuando el Colegio de Árbitros de Madrid se modernizó y dejó las viejas instalaciones de López de Hoyos 141 para irse junto a la Federación Madrileña a un edificio nuevo en Vallecas, el viejo Sali empezó a irse. Al otro lado de la ventanilla apareció la simpática sonrisa de Roberto. Yo duré poco más por allí pero creo estar seguro de que Rober también lo sabía.

periodistaycolegiado@elmundo.es

lunes, 4 de enero de 2010

Es hora de llorar

Empieza el año y, como era de esperar, todo sigue igual. Al Madrid le perdonan alguna que otra tarjeta y al Barça algún que otro penalti. Si algún equipo no se puede quejar de arbitrajes en su serie histórica son estos dos. En el balance final han recibido más de lo que les han quitado. Pero yo soy un colegiado atípico. Como he dicho cuantas veces me han querido escuchar o leer que estoy a favor de ayudas tecnológicas para ser más justos, también me permito decir que cada uno es muy libre de quejarse de lo que considere oportuno. En su queja llevan los protagonistas de este circo su etiqueta y cada cual queda retratado con aquello que dice.

Por ejemplo, Xavi dijo el sábado que González Vázquez les había arrebatado más que regalado ese día. La verdad, no sé a qué se refería con arrebatado, pero con regalado, él y yo sabemos (como cientos de miles de futboleros) que el trencilla les dio un par de empujonciotos cerrando los ojos ante dos penaltis de libro. Aquí hemos hablado de lo que admiramos al ejemplar Xavi y de que venimos adivinando un cambio de actitud en él que no nos gusta. El que más ha definido (y, con ello, defendido) el fútbol creativo, basado exclusivamente en la superioridad del talento, se ha deslizado ya en alguna ocasión hacia el ventajismo. Ay...


Otro que abrió la boca a cuenta de ese partido es el siempre equilibrado Llaneza. El consejero delegado del Villarreal es un hombre mesurado y cabal. En este fútbol español lleno de ramplones, él raramente dice una palabra más alta que otra. Por eso, cuando la dice, hay que escucharle. Los inteligentes trazan estrategias y los listos aprovechan circunstancias. Llaneza es lo primero, con su inteligencia demostrada ha convertido un club de pueblo en un equipo de Champions; y lo segundo, pues su pataleta posterior al pitido final del árbitro gallego saca ventaja de una situación.


Huyo de los refranes, pero ha sido Llaneza el que ha debido de pensar que el que no llora no mama, y que ya va siendo hora de llorar. Quizá tenga razón, 16 jornadas sin haber tirado un solo penalti mientras eres uno de los clubes que más ha recibido en contra pueden ser casualidad, pero si llegas al Camp Nou y el colegiado hace lo posible por no ver otros dos más, clarísimos, en casa del líder, atas cabos de malicia y te quejas... o, con la razón que te dan las imágenes que todo el mundo ha visto, aprovechas que en Barcelona hay más micrófonos que en Villarreal y, ante todos ellos, te quejas.

De algo servirá. Al tiempo.