Una cosa bien hizo el suizo Bussaca el martes en el Camp Nou.
Entraba como un búfalo Puyol al remate en una falta lateral botada por Alves y, en lugar de contactar con la pelota, remató sobre la cabeza del delantero del Inter Diego Milito. Éste quedó tendido en el suelo, dolorido, quizá conmocionado, casi inerme.
El balón había salido despedido hacia la banda izquierda del ataque barcelonista y los culés tenían intención de volver a colgar el esférico, de continuar la jugada...
Y Bussaca paró el juego. ¡Bien! Por fin un árbitro toma la decisión que le corresponde por reglamento y que llevan años obviando, quizá décadas, en cumplimineto cobarde de un artículo más del reglamento oculto de los colegiados: "En caso de duda, no te metas". PeroBussaca fue valiente, y se metió. Muy bien por el suizo.
El Camp Nou se le echó encima, los jugadores blaugranas se llevaban las manos a la cabeza... Pero la norma es clara. En caso de que haya peligro para la integridad física de un futbolista, el árbitro debe detener el juego para que éste se a atendido y retomarlo, posteriormente, mediante balón a tierra, lo que todos conocemos por bote neutral.
Pero Bussaca se equivocó en el 'posteriormente'. Muy mal por él. En cuanto paró el juego, el argentino Milito se sintió repentinamente bien, se levantó, hizo un gesto de disimulo, meneando la cabeza y resoplando (vaya, qué golpe) y se reintegró al juego; se puso a correr.Milagro, un segundo antes estaba poco menos que inconsciente. Entonces, el trencilla pidió el balón, llamó a un futbolista de cada equipo, soltó la pelotita al suelo y aquí no ha pasado nada.
Mal. Muy mal. Milito debió salir en camilla y ser atendido en la banda, como dice el reglamento. Luego, una vez recuperado, acercarse a la línea de medio campo y pedir su reingreso en el terreno de juego. Sólo entonces, Bussaca le debió permitir volver a jugar.
Pero el delantero ex del Zaragoza y del Génova ya había hecho parte de su trabajo. Evitar una situación de desventaja para su defensa en un ataque del Barça.
Con razón el Camp Nou se indignó y silbó a Milito. Y a Bussaca.
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